top of page

La estética del cable

El otro día, ojeando una revista de diseño de interiores -porque yo ojeo las revistas,  las vuelvo a mirar, doblo las esquinas de las páginas que pueden gustarme y ya, al tiempo, las leo- me di cuenta de lo absurdas que resultan a veces sus fotografías.


Las viviendas rara vez tienen un salón como el de cualquier casa, es decir, con una televisión presidiéndolo. Y sí, no gusta afirmarlo, ya sea por ética o estética...¡pero así son las cosas!


Después de esto descubrí que todos los salones tienen lámparas para la iluminación puntual y tenue...pero que todas parecen funcionar con pilas o baterías. De las lámparas "recargables" paso a observar que tampoco hay teléfono, enchufes, portátiles, cargadores de móvil...en definitiva: ¡no hay cables! ¡Qué cosa tan absurda!

Yo me declaro una enamorada de las instalaciones vistas: fontanería, aires acondicionados, calefacciones pero, sobre todo,¡ las instalaciones eléctricas! Y es que no sé de quién fue la magnífica idea de abrir catas en las paredes  (nótese el sarcasmo).
Así que hoy vamos a revalorizar a los cables, estos compañeros del día a día que sólo "estorban" y quitan belleza a nuestros espacios...¿o no?

Volviendo unos años atrás en mis memorias me acordé de Milán. Recordé su Duomo y sus galerías, recordé eso que tantas veces he escuchado de "en Milán no hay gran cosa que ver" (esto nos daría para otro post entero). Pero sobre todo me acordé de su alumbrado eléctrico. Los cables sobrevolaban el cielo, cruzaban la calle de fachada a fachada y de ellos pendía una lámpara industrial. "Bellisimo" como dirían los italianos. A estos cables sumamos los de su tranvía, que se inauguro en 1881, lo cual crea una celosía que impide ver el cielo con claridad. Algo tan industrial y tan estético que sólo podían permitírselo los milaneses.

Y, es que, si lo pensamos bien, ellos siempre han tenido a los cables en buen concepto. En 1970, Castiglioni creó su atemporal lámpara "Paréntesis".  Castiglioni reemplaza el poste por un cable metálico que cuando se tensa crea rozamiento y permite que la luz permanezca en posición sin necesidad de un tornillo. Este superhombre, adelantado a su tiempo, se preocupó hasta por el packaging del producto.

Pero antes de esto, en 1962 ya presentó su lámpara "Toio". Creada a partir de unos faros de coche, un pie y un mecanismo que recuerda al de una caña de pescar. Todo con el cable a la vista...Si un diseñador de su calibre exhibía los cables de sus creaciones con orgullo ¿por qué esta nueva manía de esconderlos?

Es verdad que el diseño de interiores, con su nuevo afán de ser más humano, ha retomado el cable y su estética para crear ambientes más cercanos, que no por ello dejan de ser bellos.

Incluso empiezan a cuidarse más las clavijas y enchufes. Estos modelos son de Bocci, la empresa canadiense de iluminación que veíamos el otro día.

¿Y vosotros qué pensáis? ¿Cables vistos o escondidos? ¡Dejad vuestras opiniones!

bottom of page